martes, 20 de noviembre de 2012

La vida nos engaña, pero hay que coger sus mentiras a tiempo.



HISTORIA DE AMORTRAGEDIA.

No he matado a nadie, señor agente, pero... ya sabe, son cosas que pasan... Mujeres...” Dijo el chico mientras lo esposaban. Los vecinos del bloque lo miraban horrorizados mientras pasaba por encima de aquel inmenso charco de sangre con mirada fría y palabras seguras, sin ningún tipo de arrepentimiento. A las preguntas de la policía, los vecinos sólo sabían contestar cosas como “No habíamos visto nada raro.” o “Todo parecía tan normal...” y ese es el problema, este tipo de finales tienen siempre un principio “normal”, feliz... camuflado, al fin y al cabo.
Allí estaba, una chica de tan sólo veintiséis años, tras haber visto cómo pasaba su vida ante sus ojos, una vida corta, una vida, más o menos así:

Silvia era una chica guapa, lista, trabajadora, responsable, la chica que todo padre querría. Tras terminar el bachillerato, decidió hacer la carrera de Magisterio en la Universidad de Barcelona junto con su gran amiga Carla, inseparables desde los cuatro años. Después de dos años de carrera, conoció a Rubén, un chico amable y simpático que fue a parar a su clase.
-Hola, nuevo en clase, ¿no? Mi nombre es Silvia.
-Hola, yo soy Rubén y sí, soy nuevo.
-¿Te ayudo en algo?
-Pues no me vendría mal quedar para dar un repaso al temario, vais un poco más
adelantados que en mi antigua universidad.
-Te vienes a mi piso esta tarde y ya vemos, ¿vale?
-Estupendo.

Estuvieron todo el trimestre quedando a “repasar” lo que los llevó a acabar perdidamente enamorados el uno del otro.

Al terminar la carrera, Silvia comenzó a trabajar en una escuela primaria de Barcelona, a diferencia de Rubén, que quedó en paro. Compraron un piso a las afueras, pequeño, lo que se podían permitir únicamente con el sueldo de Silvia. Nada más terminar la gestión, Silvia llamó eufórica a Carla para comunicarle la noticia y esta, que nunca había visto bien a Rubén, fingió entusiasmo para animar a su amiga, que notó el tono irónico en su voz y preguntó “¿Pasa algo?” a lo que Carla sólo contestó “Nada, nada... Tú... Sólo ten cuidado.” Carla sabía perfectamente que Rubén no era de fiar, era un chico vago que se había estado aprovechando de Silvia dos años enteros para conseguir aprobar la carrera, siempre había conseguido hacer lo que quería con ella sin que ella rechistara si quiera.

Tras un tiempo viviendo juntos, Silvia se iba dando cuenta, poco a poco, de cómo era en verdad Rubén, un chico vago, autoritario, machista, no había movido un dedo en su vida y no parecía que fuera a hacerlo nunca. En siete meses que llevaban conviviendo, no había hecho ni el más mínimo esfuerzo por buscar un trabajo, bueno, por buscar trabajo... En casa tampoco se dignaba a mover un dedo. Silvia cada día está más harta, sólo oye quejas...

-¿SE PUEDE SABER CUÁNTO FALTA PARA QUE TERMINES DE HACER
LA DICHOSA COMIDA?
-Ya casi está, es que no me ha dado tiempo desde que llegué del trabajo.
-Que no le ha dado tiempo, dice... PERO SI LLEVAS MEDIA HORA.
-Sí, espera...
-¡LLEVO ESPERANDO YA DEMASIADO RATO!
-¡Pues la haces tú!
-¿CÓMO? Repítelo si eres capaz...
-Aish... Calla, que ya va...

Como siempre, ella calla.

Tras abandonar Rubén la casa, Silvia llamó a Carla y, entre sollozos, le contaba cómo era el día a día en su casa, cómo era cada discusión, cada pelea, cómo ese chico que la tenía enamorada podía haber cambiado tanto... Carla sólo le dijo que probaran a hablar, que le dijera a Rubén que buscara trabajo que, con su carrera, no debería ser tan difícil.

Mientras Silvia corregía unos exámenes que tenía pendientes ya al anochecer, Rubén entró en casa ebrio y se sentó a su lado. Ella, pensando en lo que había hablado con su amiga comenzó a hablar con él.

-Rubén, ¿Podemos hablar?
-¿Qué quieres ahora...?
-He estado hablando con Carla y hemos pensado que podrías
dar tu currículum en alguna academia a ver si te cogen para
dar clases o algo, ¿no?
-Uf... ¿Ya has estado hablando otra vez con ese incordio? Dile
que nos deje en paz, anda...
-CARLA NO ES NINGÚN INCORDIO, ¿SABES?

Rubén la coge del cuello y, gritando, le dice:

-ESA NIÑATA NO TIENE POR QUÉ METERSE EN NUESTRAS
VIDAS, ¿TE ENTERAS?

Vuelve a salir de la casa con un portazo.

Son las dos de la mañana y Rubén no vuelve... Silvia, entre lágrimas, no puede pensar en otra cosa que en llamar a Carla en busca de desahogo. Coge el teléfono, con los dedos temblorosos marca como puede... Justo en ese momento tenía que entrar él por la puerta... Borracho a más no poder. El teléfono ya daba señal, y ella no podía tener más miedo... Rubén la volvió a coger del cuello, ella consiguió escapar con el teléfono en la mano. “¡Carla! ¡Ayúdame!” decía mientras corría hacia el balcón, “¿Silvia? ¡¿Qué pasa?! ¿Estás bien?” se oía al otro lado del teléfono. Silvia intentaba pasar al piso de al lado por el balcón. Los vecinos llamaron a la policía alertados por el escándalo que estaba originando la discusión. Silvia gritaba asustada, estaba a cuatro plantas del suelo, agarrada a un balcón.

-¡Déjame ya! ¡Estás borracho!
-¿Tú estás tonta? Deja de armar el escándalo, ¡vas a asustar a los vecinos!
-¡Ya he estado callada bastante tiempo!
-¡CÁLLATE!
-¡AAAAAAAAAAAAH!

Tras un forcejeo, Silvia cae al vacío escuchando cómo se acercan las sirenas de la policía, lástima que sea demasiado tarde. Retumbó un golpe en su cabeza, al otro lado del teléfono se oye la voz de Carla desesperada, “¡¡Silvia!! ¡¡SILVIA!! ¡¿Estás bien?! ¿Me oyes?” No, no la oía, ni oía las sirenas de la policía, ni las voces de los vecinos asustados... Silvia ya no oía nada.


Como la de Silvia, miles de historias de “amor” terminan en una gran tragedia, cientos de mujeres mueren a manos de sus parejas, es horroroso, sí, pero es una realidad, una realidad desastrosa que todos debemos cambiar.

¡No más violencia hacia las mujeres!